sábado, 13 de diciembre de 2008

Pluma vs Empeine

“Tanto el fútbol como la literatura son deportes extremos.

Ambos se practican con las extremidades,

y es muy sencillo evidenciar cuando en su desempeño

alguien es extremadamente inútil”

Leopoldo Marechal



Ustedes, queridos lectores, se preguntarán de dónde viene y hacia dónde va esta comparación (odiosa como lo son todas las comparaciones), pero debo advertirle que en realidad no va hacia ningún lado. Y digo que no va a ningún lado, por la sencilla razón de que tanto el deporte como la literatura, en esta provincia, siguen un destino similar, y por lo tanto no podemos pedirles peras al olmo. Para comenzar (siguiendo con la arbitrariedad que me caracteriza) propondré dos equipos con la clásica alineación 4-3-1-2. Es decir línea de cuatro atrás, tres mediocampistas, un enganche y dos delanteros. Un equipo estará integrado por personajes del ámbito literario y otro por futbolistas que pasaron por Gimnasia y Esgrima de Jujuy. En primer lugar me abocaré al team de los literatos, y en segundo lugar, para dejar completas las partes a ser comparadas, propondré el equipo integrado por jugadores de fútbol que pasaron por Gimnasia y Esgrima de Jujuy.
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Una vez alineados los dos equipos se facilita mucho más la comprensión al realizar la comparación (que demostrará de manera irrefutable los parecidos) entre nuestro fútbol y nuestra literatura.
En un análisis detallado del puesto que ocupan los escritores y los deportistas en la cancha, usted podrá notar cómo dos profesiones que a primera vista resultan lejanas entre sí, en el microcosmos de Jujuy parecen fundirse en una sola. Las semejanzas son tan notorias que varios escritores fueron nominados al Cóndor de Plata, mientras que en la última antología de la SADE se incluyeron sonetos y odas de cinco futbolistas que actualmente juegan en el fútbol de veteranos.
En primer lugar comenzaremos con el puesto de arquero. En él figuran Panchiroli y “El Chato” Ferraro. Ambos tenían una carrera, cuando no prometedora, por lo menos aceptable, hasta que decidieron quedarse con algún vuelto. Esta actitud, carente de ética deportiva y literaria, los condenó a la indominia y al olvido. Debieron abandonar sus profesiones, y actualmente sólo podemos decir (para inclinar la balanza a favor de los literatos) que Ferraro consiguió un vuelto más grande, con lo que su futuro quedó asegurado. De Panchiroli no se supo nada más.
Como líberos contamos con Loeschbor y Castro. Ambos comparten el gusto por hablar durante todo el partido con su equipo, esta estrategia (planteada hábilmente) cumple con el propósito de disimular sus propias falencias y ocultarse tras la laboriosa tarea de sus colegas. Son los “caudillos” del equipo y ante cada incidente ellos deciden “copar la parada” (a falta de talento hay que demostrar personalidad). Actualmente ambos prosiguen su peregrinación por diferentes instituciones.
Los stoppers son “Yoyi” Piedra Quilino y el “Tucu” Barrionuevo, dos rústicos de pura cepa. Inhábiles por donde se los mire, sólo su eterna perseverancia les permite seguir en carrera. Mucho más no se puede agregar, salvo que cada vez que ellos tocan la pelota (o la pluma) le sacan lágrimas de dolor a los espectadores.
Como carrileros por izquierda contamos con “El Tano” Riggio y con Leguizamón. Los dos tienen cierta proyección, pero ésta es excesiva y resulta un empecinamiento por ir hacia adelante descuidando las marcas. Este “vicio” termina perjudicando y opacando la técnica que estos jugadores poseen. Su afán de protagonismo los lleva a ir menguando el nivel, partido tras partido.
Como marcadores de punta por la derecha ubicamos a Arzubialde y a Ortiz. Los dos completamente desorientados en el puesto. Acostumbrados a ubicarse en otros sectores del campo, sólo pueden apelar a su capacidad de improvisación (que deja mucho que desear) y a defenderse cada tanto con alguna buena jugada (más para el público que para la causa).
Ocupando el puesto de volante de contención están dos “míticos” del rubro: Susana Quiroga y el “Pájaro” Juárez. Estos férreos marcadores, carentes de toda técnica, corren y esparcen patadas por doquier. Cargados de una susceptibilidad que asombra en el medio (artístico, futbolístico y de la cancha) frecuentemente son expulsados. Su temperamento les juega en contra, hasta el punto de que sus propios compañeros se rehúsan a compartir con ellos habitación en las concentraciones.
En el puesto de volante por izquierda aparecen dos grandes “hitos”: Fortunato y “El Chato” Rosas. Ambos sorprendieron por su tozudez y su ingenio que los llevaron a estar siempre entre los protagonistas de cada partido. Estos dos deportistas consiguieron proyección internacional gracias a haber protagonizado sendas campañas contra el racismo y la discriminación: “No te rías de un Coya” y “Los gordos también la pisamos”. De todas maneras esta proyección resultó ser efímera, y al día de hoy ambos están relacionados con el mundo de la gastronomía.
Manuel “El Negro” Guerrero y Delia Amanda Torres ocupan el puesto de mediapunta derecho. Con un excesivo gusto por la gambeta exagerada, estos volantes terminan empalagando al público con adjetivos y amagues. De poca proyección y definición, su perseverancia les asegura un lugar indiscutido en cada partido (sea éste de liga regional o de Primera División). Con poca capacidad de autocrítica y ninguna aptitud técnica, siempre están a disposición del técnico, aunque éste los utilice como últimos recursos.
Como enganche, y con la mítica 10 en la espalda tenemos a Luciano De Bruno y Álvaro Cormenzana. Ambos entraron en el ambiente anunciándose como las grandes promesas, y se quedaron sólo en eso (en el anuncio). Con cierto “mito” construido sobre sus trayectorias, la hinchada pensó que rápidamente se convertirían en ídolos indiscutidos. Catalogados como dos grandes, no tardaron mucho en colgar los botines y mirar los partidos desde el banco. Sin embargo, su ruda personalidad los lleva a pelearse con los hinchas cada vez que éstos le reprochan su falta de “huevos” cuando salen a la cancha.
En el ataque como delanteros por afuera contamos con Agustín Guerrero y con Mario Turdó. Éstos siempre estuvieron más preocupados por emular a la perfección la técnica y el fútbol de sus referentes que por sorprender. Como delanteros llegaron con la tarea de convertir, pero una prematura sucesión de lesiones los alejó rápidamente de las canchas, con lo que toda su labor quedó en promesas vanas. Actualmente migraron en busca de mejor suerte y se desconoce (o se prefiere desconocer) su paradero.
Como referentes de área tenemos a Ildiko Nassr y Andrés Bullentini. A pesar de la gran altura y del porte físico que estos deportistas tienen, no logran ubicarse dentro del campo de juego y viven corriendo de un lado a otro, tratando de ver dónde se sienten cómodos. La falta de técnica que poseen, sumada a la poca efectividad entre los palos, llevan a que la hinchada ya no apueste por ellos. Actualmente siguen en su misiva de encontrar una posición donde jugar.
Bien, querido lector, hemos repasado dos equipos enteros, y como se vio, no existe tanta distancia entre el fútbol y la literatura. Mas allá de las similitudes en los puestos que ocupan, entre escritores y futbolistas hay características compartidas que, como ya todos saben, constituyen la médula espinal de estos fenómenos que movilizan a las masas y mueven millones de pesos cada año.
Para más adelante prometo el análisis del banco de suplentes, los cuerpos técnicos y los dirigentes de estas dos disciplinas. Además, siguiendo la investigación del juez Oyarbide, me propongo hacer una exhaustiva investigación sobre las graves irregularidades detectadas en el mercado de pases de la literatura, donde quedan implicadas prestigiosas editoriales del medio, y también varios escritores con licencias “truchas” y/o vencidas. Eso es todo, esperando que usted, estimado lector, haya encontrado momentos gozosos al leer esto, me despido con un taquito y dos rabonas.
Mario Gómez

7 comentarios:

Anónimo dijo...

aprendé a escribir, mario gomez, o da la cara, rebelde de mamá
pablo sanchez.

Intravenosa dijo...

Pablo, nosotros le insistimos pero no se quiere sacar la gorrita. Vos no te animas a darle unas clases de escritura? le vendría bien.
Con respecto a su rebeldia y a su mamá no contamos con mayor información.
Saludos

Anónimo dijo...

Aguante Mario!!! Le queda sexy la gorrita.

Anónimo dijo...

Ay!! paco sánchez, que machote que sos, chuiiiiiiiii, cómo defiende a los jugadores de fútbol

Anónimo dijo...

todo indica que nos vamos a la B. por qué creen que no hay ninguno de la revista?

Anónimo dijo...

jaja. con esta revista nos vamos a la b. de qué se la dan?
otro anonimo

Anónimo dijo...

Lastima que no sea mario gomez, pongan una firmita sino que pachó con el/la? editorial de dar la cara, de frente, etc etc. tb podrían haber puesto algun intravenosa/a en el drintin, aunque sea para quedar bien!!!
cierto que con ese equipo estamos en la B, pero hay otros... pero la revista no está en la B, aunque hay alguno s articulos que están para el superclasico de Moreno.
sigan adelante .
pato