sábado, 29 de noviembre de 2008

La Precocidad Literaria – Microrrelatos


El microrrelato es una construcción narrativa que todavía recibe distintas denominaciones, indicio de la dificultad crítica que ha suscitado como texto literario en auge. Entre otras formas se lo denomina también como: microcuento, cuentos en miniatura, microficción, cuento brevísimo, minicuento, minificción, micro relato, ficción súbita, textículos, short stories, etc. El termino microrrelato parece imponerse en la crítica en español y define una narración cuya característica principal es la brevedad de su extensión. Por mucho que los autores y la crítica han realizado en relación al mismo, no logra total asentimiento como texto independiente, y deambula con cierta dificultad entre la poesía y el cuento.


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“Si lo convertimos en una cuestión geográfica, sin olvidar que toda frontera es convencional y borrosa, diría que las micro ficciones están delimitadas por los siguientes países limítrofes:
Al norte, el poema en prosa
Al sur, el chiste
Al este, el cuento corto
Al Oeste, el vasto país de los aforismos, reflexiones y sentencias morales.” (Ana M. Shua, 1997)
Esta acertada delimitación “literográfica” permite dilucidar el porque de la indefinición que sufre el liliputiense género; estar entre dos estructuras, consideradas sub-géneros literarios, como el poema en prosa y el cuento corto, no hace mas que complicar la posibilidad de emancipación del micro relato. Ni que hablar si vas hacia del sur hacia el oeste, podes ser un eximio cómico o bien un genial pensador, filósofo o budista.
El camino extra textual es demasiado extenso, por ello, podemos centrarnos en sus características internas que pueden ayudarnos a comprender mejor con que tipo de texto nos enfrentamos. Se concuerda (obviedad mediante) que poseen una brevedad extrema, un lenguaje similar al poético, y la presencia de elipsis en su secuencia narrativa. En muchos casos se precisa una intertextualidad que permita la síntesis, en base a su proyección hacia textos conocidos previamente. Posee un final brusco e imprevisible, libre a varias significaciones.
Por ello la posibilidad de interpretación depende en sumo grado del lector, que debe completar los espacios intersticiales que el texto deja librados semánticamente, inscritos en los artificios de la producción. En realidad al exigir la participación del lector para dar forma definitiva a la historia puede ser contraproducente para el autor que confía en la última instancia lectora. Completar lo que tan hábilmente se ha codificado para beneficio de la obra narrativa no termina de convencer. No es el final abierto lo que hace ruido, sino la fragmentación. Los personajes desaparecen: en realidad no desarrollan una historia, solo toma connotación “el suceso” que predomina en un solo acto, como si la lluvia fuese la primera gota. Y en eso queda clara la posición si una gota es igual a las otras, como no vas a imaginar el resto de la lluvia. No hace falta decir donde puede parar una lluvia de eso depende la capacidad de los lectores, que precipitación tiene cada uno en su cabeza. Finalmente, el autor ahorra todo el desarrollo que un cuento necesita. El formato clásico exige una historia corriendo extrínseca y una segunda historia subrepticia para aparecer al final y sorprendernos, bien no vamos a afirmar que existe un solo modelo cuentístico, pero la economía autoral ha llegado a límites donde mas vale tener una idea repentina, pasarla a letra y ya somos escritores. El vocablo, “Dios”, pretende ser el micro-cuento perfecto, ah señores les toca a ustedes por donde llevan el relato definitivo de este brevísimo cuento, que lo abarca todo. En realidad el microcuento es un bosquejo, una idea germinal, como ejercicio literario lo aceptamos pero una acumulación de cuentos a concretarse no te convierte en escritor. No temamos, a partir del relato breve, en la pereza de los lectores, sino en la pereza intelectual del autor.
Cuando nos preguntamos si la literatura responde a los desarrollos informáticos y a la comunicación que se despliega de las variables surgidas, no hay otro texto narrativo que se acerque tanto: el relato breve cumple con la premisa tecnológica de “la economía del lenguaje”. En los programas informáticos suele ofrecerse una iconización reducida para facilitar sus usos. A mayor funcionalidad, mayor cantidad de accesos directos reemplazando funciones de programación. Sin embargo, los softwears aparecen cada vez con menos iconos donde recurrir, o en todo caso, abarcan mayores funciones, como el Windows, donde la economía icónica puede terminar siendo complicación. ¿Quién no terminó considerando que después del Word 98 todo se complica cada vez más?
Algo similar ocurre en los microrrelatos. Los enseñamos con la idea de funcionalidad tecnológica: a menor iconos-palabras, mejor lectura. Para evitar la dispersión que sufren los chicos en los textos extensos, cargados de personajes y acciones, que pronto se tornan aburridos ante la repentización a que estamos acostumbrándonos. Hay que pensar, leer, escribir y fotologear rápido, antes que otra imagen capture la escena. Entonces se nos presenta una preocupación lógica, si toda una generación de lectores se forma a partir del consumo de micro cuentos, ¿no estamos reduciendo para complicar como sucede en algún modo con el lenguaje informático?

Uno de los ejemplos perfectos de brevedad del relato es “el Dinosaurio” del guatemalteco Augusto Monterroso, digamos que es el caballito de batalla de los que alguna vez disertan del tema. Para que no vayan a caer en otra disertación genial del mismo, aquí algunas consideraciones que dan razón a su elección, y para sopesar las razones que dan lugar al mini género.
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”
1) la elección de un tiempo gramatical impecable (que crea una fuerte tensión narrativa) y la naturaleza temporal de casi todo el texto (cuatro de siete palabras),
2) una equilibrada estructura sintáctica (alternando tres adverbios y dos verbos),
3) el valor metafórico, subtextual, alegórico, de una especie real pero extinguida (los dinosaurios) y la fuerza evocativa del sueño (elidido),
4) la ambigüedad semántica (¿quién despertó? ¿dónde es allí?),
5) la pertenencia simultánea al género fantástico (uno de los más imaginativos), al género de terror (uno de los más ancestrales) y al género policiaco (a la manera de una adivinanza),
6) la posibilidad de partir de este minitexto para la elaboración de un cuento de extensión convencional (al inicio o al final),
7) la presencia de una cadencia casi poética (contiene un endecasílabo); una estructura gramatical maleable (ante cualquier aforismo),
8) la posibilidad de ser leído indistintamente como minicuento (convencional y cerrado) o como micro-relato (moderno o posmoderno, con más de una interpretación posible),
9) la condensación de varios elementos cinematográficos (elipsis, sueño, terror) y,
10) la riqueza de sus resonancias alegóricas (kafkianas, apocalípticas o políticas).
(Lauro Zavala)

En Jujuy surge como representante del mini género la escritora Valeria ldiko Nassr con el libro Placeres Cotidianos, Ed. Perro Pila, 2007. Si la definición de la estructura narrativa tiene como mayor soporte la forma, el texto de Nassr plantea una irregularidad en el contenido. No puede encontrarse a lo largo de los 44 relatos un único criterio literario, cuestión propia del género. Es vanguardia o conserva matices clásicos? Fantástico o realismo? ¿Desde dónde se propone la génesis de los textos? Al presentar el texto, la autora explica "Existe en mí una fascinación por lo pequeño: las libélulas, mi hijita recién nacida, sus manitos, sus pies perfectos; los guantes de mi abuela, las cajitas, la caligrafía japonesa, los anotadores minúsculos, los lápices, las pestañas que caen en la piletita del baño, los vasos de licor, las tazas de café, las cucharillas de plata...". ¿En tal caso propone una literatura fractal? Es decir a eventos pequeños, relatos acordes que representen en la forma la cotidianeidad para darle valor literario. Susana Quiroga afirma: “Con este género del microrrelato logra definir, ironizar, remedar situaciones que provocan goce al lector”. Consideremos entonces que persigue un realismo de lo sencillo. Sin embargo la mujer como protagonista sexual, en muchos relatos, al igual que los bíblicos, contrastan con el propósito.
También aparece la denuncia sobre la violencia infantil, que en alguna forma ha de encajar en la fascinación por lo pequeño y cotidiano, tal lo demuestra su mejor relato: Mamá siempre me salva. “Mamá, arreglame esta nena, dice, con el brazo de su amiga en una mano y el cuchillo ensangrentado en la otra.” Atractivo que acentúa en Día de la madre y Mamá siempre me salva V. Este último homenaje intertextual al primero “Mamá, arreglame, por favor, arreglame. Pide con las manos ensangrentadas y la desesperación.”
Santiago Sylvester incluye a Nassr en “Poesía Joven del Noroeste Argentino” y explica la inclusión de textos narrados por el “derrumbe de fronteras nítidas entre los géneros. Porque también es cierto que parte de la mejor poesía actual está escrita directamente en prosa (…) Son búsquedas formales que, en realidad, no son tan recientes: pensemos en Borges, en el venezolano Ramón Sucre, en el mexicano Julio Torri.” Queda, entonces, la impresión de un verdadero aquelarre, donde los estilos se superponen, y prevalece lo intuitivo, que en muchos casos no resulta suficiente. Estado que justifica el ejercicio literario de la poetisa.
Los microrrelatos pueden ser poemas en prosa, pero que no todos los poemas en prosa, debido a su extensión, pueden ser microrrelatos. Por ello no se incluyó a Cesar Arrueta entre los autores del género, ya que su libro “Noticias en la piel” está compuesto por poemas en prosa, a pesar que él los considere microrrelatos. Algo similar sucede en Placeres Cotidianos, muchos textos, permanecen en la frontera a punto de ser poesías, forzados a una estructura ajena, pero no por su extensión, sino porque prevalece en ellos un ritmo poético.
Para finalizar analicemos el género con la ayuda del sexto punto –propuesto por Lauro Zavala anteriormente. “La posibilidad de partir de este minitexto para la elaboración de un cuento de extensión convencional (al inicio o al final).”
-Como modelo educativo suena eficiente, ya los manuales educativos propusieron hace décadas el ejercicio literario.
-Coincide con la opinión de muchos que un microrrelato es el esbozo de un cuento, que al no ser elaborado no necesita mayor esfuerzo.
- Como opción de vanguardia a los géneros ya afirmados; de ser un cuento que no es cuento, que puede extenderse o poetizarse, que chiste o aforismo, fantástico, policiaco o terror; queda la firme impresión que el microrrelato es un riesgo literario, que hasta la actualidad pocos, en el NOA, han logrado superar.

Fernando Choque

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